I do want it that way
Nos tomamos unos cuantos gin tonics, cervezas y whiskys, mientras escuchábamos un concierto de rock “ochentero” que nos hizo cantar desafinadamente
“We’re not gonna take it
No, we ain’t gonna take it
We’re not gonna take it anymoooooooore”
(Twisted Sister estaría muy orgulloso de nosotros)
Al final del concierto, caminamos hacia la playa, había luna nueva y no teníamos más luz que la que irradiábamos nosotros mismos. Nos sentamos en la arena, con los pies enterrados en ella; juntos, pero no tan cerca. Era muy factible que algo sucediera entre nosotros, pero yo no sería quien diera el “first move”. Comenzamos a hablar del mar y de las playas, hasta que nos quedamos en silencio, oyendo las olas, que se alumbraban mínimamente por las luces que quedaban encendidas del hotel.
Cabe mencionar que cuando llegamos a la playa, nuestros amigos se quedaron en la entrada y no quisieron seguir hasta la orilla. Así que, cuando se hizo tarde, nos llamaron para irnos.
Nos levantamos y en un último intento por estar solos, caminamos hacia el mar, metiendo los pies en el agua. Ahí fue.. cuando aquel gringo de metro noventa y con un abdomen de ocho figuras de cuatro lados congruentes y paralelos entre si…
“Me miró y le miré
Sonrío y le sonreí”
Se acerco para darme un beso… un poco tímido… un poco lento…
Tuve que ponerme de puntillas para llegar a su boca, mientras él agachaba un poco su cabeza, para que pudiéramos encajar en esa combinación perfecta, entre metro sesenta y metro noventa.
Se acercó un poco más a mi cuerpo, tocando mi cabello y espalda. Pude sentir sus brazos largos, grandes y definidos; sus ocho partes perfectas del abdomen y el resto de su anatomía, que es posible sentir al estar de pie, frente a frente.
Guys! We’re leaving.. lets go!
Dejamos de besarnos y caminamos hacia donde estaban los demás. Al entrar al hotel, vimos la piscina y decidimos meternos! Sabíamos que, ahora sí esta era nuestra última oportunidad… de lo contrario, ya no nos íbamos a ver nunca más… y teníamos una enorme necesidad de que el tiempo se detuviera.
Así que, como si estuviéramos en un spring break de juventud, nos tiramos con ropa y zapatos a la piscina a medianoche… solos los dos…
La piscina tenía un bar interno, de esos donde la gente se sienta dentro del agua a tomar, mientras el bartender les hace bebidas con un licor de mala calidad y sabor inexplicable, que solamente ellos (los que lo toman) disfrutan.
Él se sentó en uno de los asientos, mientras yo estaba de frente. No parábamos de besarnos.. pero su abdomen perfecto, estaba lejos del mio, así que me tomó por las nalgas y me subió a sus muslos para que quedáramos al mismo nivel y poder sentir su cuerpo más cerca al mio. Volví a sentir ese abdomen y sus brazos perfectamente tonificados, me abrazaron lenta y suavemente; mientas mis delgadas piernas hicieron lo mismo.
Todo se hizo más intenso, minuto a minuto.. los demás ya se habían ido… teníamos la piscina para nosotros, bajo la no luz de la luna, con unos cuantos focos encendidos en los jardines.
Su voz no paraba de sonar; las agudas y fuertes vibraciones de sus cuerdas vocales, manifestaban una y otra vez, todo lo que quería hacer en ese momento y cómo lo disfrutaría, si sucediese.
El engranaje poco a poco fue acomodándose, transmitiendo el movimiento de uno a otro, hasta que estuvimos en una perfecta sintonía.
Alguien pasó por el lugar; oímos sonidos y vimos una luz moviéndose… nos quedamos quietos, en silencio. Nos movimos a otra parte de la piscina, un poco más “camuflada”. Me abrazó por atrás y nos metimos totalmente en la piscina, para que no nos vieran. Nunca dejó de tocarme.
Cuando el aire de nuestros pulmones se acababa, sacábamos la cabeza para pasarnos el aire que nos quedaba, por nuestras bocas. Nos sumergimos y salimos a la superficie cada vez que fuese necesario besar mi espalda, mientras corría mi cabello de lado y susurraba al oido alguna de las tantas cosas que, acto seguido haríamos.
Ninguno pensaba si estaba bien o mal lo que sucedía, si había alguien viendo, si nos podían echar del hotel o si nos podría traer cualquier otra consecuencia, hacer semejante acto. Simplemente, nos dejamos llevar por la emoción del momento, por las sensaciones corporales y por qué no.. por el hecho de que fuéramos dos perfect strangers, desafiando la moralidad y las buenas costumbres, convirtiendo este momento, en la realización de una fantasia no pensada.
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