I want it that way

Vea ese mae que va ahí caminando… está guapo!

 

Esa fue la frase inicial, mientras estábamos en la piscina del hotel donde pasaríamos el fin de semana. Pero antes de eso, yo ya había estado unos cuantos minutos enfocando bien mi vista para ver si aquel hombre alto y guapo, que se veía en el horizonte, realmente lo era. 

Estábamos a varios metros de distancia, suficientes para disimular que lo estaba viendo. Él iba caminando, buscando donde sentarse; llevaba una cerveza en la mano y un abdomen de ocho figuras, de cuatro lados congruentes y paralelos entre si. Encontró lugar, procedió a instalarse y segundos después llegó otro hombre a sentarse con él. 

Yo seguía dentro de la piscina, simplemente admirando el paisaje: el cielo, los arboles, la iguana que competía por ver cual de las dos aguanta más debajo del sol y cada cierto tiempo, mi vista se levantaba solita para observar al susodicho, que seguía en su camastro, tomando cerveza y viendo para este lado de la piscina. Se me habían olvidado los lentes de sol, así que no pude usarlos como táctica para mirarlo disimuladamente; no me quedó de otra que seguir admirando el resto del paisaje hotelero no humano. 

Ahí fue donde le dije a mi amiga que lo viera. Coincidió conmigo – a pesar de que ella no tuvo el deleite de admirar el abdomen- en que se veía guapo. Nos gustó más con lentes; cuando se los quitó era más normal: mandíbula ancha y definida, barba corta, unas cuantas arruguitas abajo de sus ojos. (lo normal, claro)

Mi amiga se fue al baño, así que muy intencionalmente y sin ninguna expectativa, procedí a salir de la piscina, cual Heidi Klum en la portada de Sports Illustrated. Porque o sea, cuáles son las probabilidades de que ese mae, en ese preciso momento, dentro de toda la gama de personas que están en ese hotel gigante y en esa piscina enorme, esté viendo que yo salgo de ahí, que le llame la atención que yo salga de ahí o que me vuelva a ver, tan siquiera? Ningunaaaaa, no hay posibilidad alguna! 

Aclaremos, que cuando viene a mi mente lo de sentir que era Heidi, fue simplemente un momento para elevar mi frecuencia vibracional! Como cuando comprás ropa nueva, te ves en el espejo divina y decis “si yo pudiera, me daría”; acto seguido, le das un beso al espejo, te pones pijama y vas a ver netflix. 

En fin, acomodé mi toalla en el camastro, me acosté y cerré los ojos para sentir el sol en mi cara y seguir la competencia con la iguana. Unos minutos después, escuché una voz decir “hi, may I interrupt?”.

Abrí los ojos, un poco encandilada volví a ver para arriba y … Ahí estaba el hombre guapo, de metro noventa, con abdomen perfecto y una voz.. que de una vez pido perdón a Dios por haberla escuchado! 

Tuve un microsegundo de shock, pero ante todo la dignidad… así que me incorporé rápidamente y POR SUPUESTO, le dije que no interrumpía. Mientras hablaba, no podía creer lo que acababa de pasar. Vine a este hotel en una invitación de último minuto, no tenía la menor intención de conocer a alguien aquí, ni siquiera traje ropa linda; mi pelo era un desastre, estaba con un vestido de baño de dos piezas donde se ve la flacidez de mi panza. ¿Será que a pesar de todo eso, me parezco a Heidi? ¿Universo, eres tu?

Comenzamos a hablar haciendo uso de las mismas preguntas triviales de cuando uno conoce a alguien. En eso vi como mi amiga se acercaba y quedó tan pasmada como yo. Los presenté, seguimos en la conversada, llegaron sus amigos y de ahí en adelante, la tarde se tornó en risas, juegos de mesa, cerveza y más cerveza. 

Al final de la tarde, el gringo y yo intercambiamos redes sociales y nos vimos después de cenar.

To be continued….

 

 

 

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