Este ha sido mi camino no tradicional

Estuve haciendo un recuento de cuando fue la primera vez que me vi cercana a las sanaciones no tradicionales.

 

Creo que esa primera vez, fue cuando tenía unos veinticinco años; había peleado con mi novio de ese momento y perdí totalmente la compostura… esa que siempre me habían dicho que era obligatorio mantener, donde enojarme y mandar todo a la mierda, no era correcto. Luego de semejante arrebato, estuve en crisis por unos días, muy triste, pensando que el novio, me iba a dejar (lo cual no sucedió, porque conversamos y resolvimos), pero en esos momentos de angustia, mi madre me dijo que tomara ¨flores de Bach¨. ¡Ahí fue! Ahí comienza mi historia de sanaciones no tradicionales y de las que mucha gente no cree que sirvan.

Fui donde Lily, era un sol de persona, pausada, calmada, sin la menor prisa por nada. Me hizo pasar a su consultorio, le conté la razón por la cual estaba ahí y luego me dijo ¨Escogé tres botellitas de esta caja¨. Resulta que eran las flores con la cuales mi intuición conectaron y por lo tanto con las que era necesario trabajar, para sanar mi herida actual. Cuando me dijo lo que significaban esas flores, quedé impactada, ¡dieron en el clavo!

Seguí yendo donde Lily por bastante tiempo, fuimos avanzando en diferentes terapias que, para ese entonces, eran desconocidas para mí; reiki, meditación dentro de una pirámide con una luz morada encima, árbol genealógico, etc. Sin dejar de lado la terapia floral, que realmente hacían que brotaran mis emociones de una forma nunca antes vista. Nunca tuve mucho entendimiento de cómo esas terapias me iban a ayudar y qué diantres estaba haciendo debajo de una pirámide, pero sabía que daño no me iba a hacer; siempre he estado abierta a estas cosas porque sé que algo bueno puede venir.

Mi infancia – adolescencia fue muy difícil, tuve momentos de angustia enormes y hoy veo que he pasado toda mi vida joven y adulta, sanándome, buscando la forma de estar mejor, de sentirme liviana. Desde los doce años empecé a ir intermitentemente a psicólogas, luego estudié psicología (pero no estaba lista en ese momento, así que no terminé la carrera), flores de Bach, reiki, constelaciones familiares, sanación cuántica, tarot, astrología, biomagnetismo, homeopatía, acupuntura y creo que me hace falta alguna otra más, que en este instante no preciso.

En fin, alrededor de los veintisiete años, llegaron a mí, las constelaciones familiares. Una compañera de trabajo me contó lo que era y lo mágico que parecía ser. Por supuesto que fui a probar. Primero tuve una sesión de reiki, donde la terapeuta ponía su mano encima de distintas partes mi cuerpo; tampoco entendí muy bien qué se suponía que eso iba a hacer, pero de nuevo, siempre estoy abierta a dejarme llevar por estas cosas (lo cual, si me preguntan, tampoco entiendo por qué). Luego la señora empezó a hablar de cómo la terapia psicológica no servía y que realmente lo que sirve es la sanación del alma por medio de este tipo de ejercicios. Ahí me perdió, yo creo fielmente en la psicología, pero, además eso depende mucho de lo que le sirva a cada quien. A pesar de que me habló mal del gremio y no estuve de acuerdo, seguí ahí, esperando a ver que pasaba con el milagrito. Hoy no recuerdo que pasó en esa constelación, supongo que traté el tema de mi padre, pero tengo borrado de mis archivos esa sesión.

Pasaron los años, debido a mis ¨issues¨ de infancia, mi estómago siempre se manifestaba de alguna forma; supongo que quería decirme algo, pero no estaba lista para escucharlo, así que tomaba pastillas, iba al respectivo gastroenterólogo, etc. Hasta que un día, harta de estas medicinas, probé con la homeopatía. Carlos me ayudó demasiado con mi panza, fui varios meses, hasta que una vez me leyó la carta natal y dijo que iba a tener un accidente. En ese momento cortamos lazos y no volví. Primero, mi escepticismo no permitió que creyera en semejante cosa, porque al final me parece que te predispone, pero segundo, mi intuición dijo, que en la astrología no iban a decir esas palabras con tanta claridad, porque sería irresponsable.

Mi jefa Rosa, me invitó a su casa para una sesión de biomagnetismo. ¡Eso si que nunca lo había escuchado! Pero lo más asombroso es como le preguntan al cuerpo, específicamente a mis pies, donde es que está la enfermedad, para luego ponerte los imanes en esos puntos específicos. Años después volví a hacer estas terapias, con una señora divina, super simpática, las combinaba con flores de Bach, así que tenía el combo completo.

El chino de acupuntura, ni que decir. ¨NO leche NO queso¨, era su frase favorita. Con él no volví a sufrir de rinitis nunca mas en mi vida… literal. Hoy, quince años después de esa cita, no se lo que es tener mocos bajando por los huecos de la nariz todas las mañanas.

Otra cosa curiosa sucedió en 2016; por trabajo tuve que viajar a la India y aprovechando, fui de vacaciones a Tailandia. Ahí tuve mi primer contacto real con la espiritualidad, hindú y budista. Me pareció fascinante su filosofía, sus deidades, la energía que había en cada uno de los templos a los que fui. Tanto así, que volví a Costa Rica a comprarme libros al respecto para entender más. Llegué feliz a contarle a mi mamá de mi encuentro espiritual y me dijo ¨todas las religiones son iguales, también hay cosas no tan buenas de estas¨. Se me cayó el enamoramiento de inmediato, busqué un poco más en google, y mi madre tenía razón. Peeero, me dije ¨pues es cuestión de agarrar lo bueno de cada filosofía, religión, estilo de vida o como carajos queramos llamarlo¨.

En pandemia, (que para mi y muchas personas, fue un momento donde de forma obligada, nos encerraron para poder hacer introspección, ya que, había mucho tiempo libre en soledad) fue cuando mas me metí en el mundo de las meditaciones. Mi ¨soul friend¨ lo hizo posible presentándome a Sara. Empecé a ir a las meditaciones ¨on line¨ que transmitía cada domingo, fui leyendo sus ¨posts¨ donde hablaba de energías, cuarzos, limpias y un montón de cosas más. Tuve unas cuantas sesiones con ella, hasta que nos encontramos físicamente en el 2022 en un retiro, donde desde entonces, nos vemos cada cierto tiempo en un evento nuevo. Ahí conocí a las ¨diosas¨, mujeres que también han pasado por donde asustan y siguen al pie del cañón, fuertes y decidas a liberarse de las cargas.

Este fue un punto de inflexión, que me ha hecho ver la vida diferente. Siempre que hablo de Sara digo que es mi ¨teacher¨ porque realmente no se como explicar lo que es ella para mí. No es mi profesora literalmente hablando, pero me ha enseñado tanto, que si lo es. Maestra, ¿será la palabra correcta?

Conocí a Ale la astróloga con quien, no solo he visto mi carta natal, sino que cada año hacemos mi revolución solar. Ha sido muy revelador este mundo de la astrología, sobre todo porque me hace entender que lo que está escrito para mi, va muy en línea con las oportunidades que se me han ido presentando durante estos años, pero también, que es MI decisión (o sea libre albedrio) y que por más de que esté astrológicamente aspectado, al final yo decido si me voy por tal camino o no, en este momento o en otro. 

Aprendí a meditar sola en mi casa, con los ladridos de mi perra al fondo, con el calor de mi ciudad, haciendo visualizaciones, escuchando mi intuición y sobre todo entendiendo qué diantres significa eso. Precisamente, un día de tantos, meditando se vino a mi mente que iba a estudiar para ser consteladora familiar. Eso fue un ¨aha moment¨, por inercia, me levanté del cojín directo a averiguar cómo se estudia eso y que hay que hacer. Hacía un par de meses había hecho una sesión con Rosa y Adri, que me ayudaron muchísimo y me encantó el abordaje que le dieron a mi proceso de sanación.

Manos a la obra, comencé mi curso, semana a semana, con María Elena; me gradué y empecé otro curso mas avanzado; realmente quería y sigo queriendo aprender todo este mundo maravilloso. Me encanta acompañar a la gente a que pueda ver el dolor, sanarlo, liberarse de las ataduras, romper cadenas.

Nunca he sido de estudiar, nunca me gustó mucho, pero hoy, ¡no paro de hacerlo! He tenido que ser un poco cautelosa por el tema financiero, porque me quiero meter en todos los cursos del mundo, así que voy poco a poco; paso oyendo audio libros o leyendo, escribiendo resúmenes, a veces me despierto en la madrugada pensando en sí habrá cursos de tal o cual cosa.

Pero bueno, a parte de esto, mi forma de ver la vida cambió, me doy cuenta cuando estoy juzgando a alguien o algo, cuando mi ego se antepone, cuando estoy dejando de lado mi introspección por ¨sentir que estoy bien¨; pero sobre estoy un poquito más en calma (lo dice una ansiosa diagnosticada).  Es como si hubiera encontrado el camino (que no termina nunca) para aligerarme y cumplir el plan de mi alma.

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