Capítulo 1: Una noche de tacos de cochinada
Regresando del trabajo, cansada y sin ganas de cocinar, decidí pasar por unos tacos de cochinada, cerca de mi casa. La taquería extrañamente estaba bastante desocupada; en una esquina de la barra, un grupo de muchachos comiendo y hablando de su día; del otro yo, pidiendo mi orden para comer allí.
De inmediato sentí que alguien me veía. Era un hombre grande, corpulento, que en efecto, me miraba sospechosamente lindo. Le di la espalda y seguí comiendo.
Terminaron antes que yo, pero cuando los amigos dijeron que era hora de irse, este hombre que me veía, se negó, dijo que había que esperar a que yo terminara de comer. Así que se quedaron unos minutos más. Cabe mencionar, que durante el tiempo que estuvieron ahí, nadie más se acercó a la taquería. Lo cual es extraño, porque es un lugar muy concurrido. Al terminar mi último taco, el hombre que me estuvo viendo, pagó mi cuenta. Acto seguido, se acercó a hablarme, preguntando mi nombre y número de teléfono. Le di información falsa en ambos casos, porque era un desconocido, y por más de que me hubiera gustado su mirada, ¡no le iba a dar mi número!
Pero en eso, una amiga pasó por la taquería … y me llamó por mi nombre; dejándome en evidencia con el nuevo pretendiente. Así, luego de bromear con él al respecto, no me quedó otra opción que darle el numero de teléfono correcto. (#sarcasmo)
Días después salimos, Allan era muy atento y servicial, la verdad me sentí muy cómoda con él y a pesar de haberlo conocido en los tacos de cochinada, era un tipazo. Me invitó a una fiesta en su casa, cuando llegamos me presentó a todos y cada uno de sus amigos, mientras les decía: guarden los juguetes que hoy no los usaremos. Yo normalmente no salía a fiestas y menos con desconocidos… ¡no soy desgobernada!. Pero no me importó, llegamos a su casa, en una zona que no es como la más bonita, pero la fiesta estuvo genial, el ambiente super lindo. Me atrapó porque él era todo lo que yo no podía ser; representaba todo lo prohibido, sacaba la parte divertida, aventurera o de peligro que yo nunca había sacado. Saltarme los limites… atreverme a brincar alto, eso era maravillosamente peligroso.
La casa era rara, la fiesta en un garaje, conocí a su familia. Entramos a su cuarto, pero era extraño, oscuro. La ventana estaba tapada con una tela negra y solo había un colchón en el piso. Pero no pregunté … no lo vi tan grave. Cuando hago retrospectiva, solo digo… ¡Lau, no mames!
Un par de meses después, nos hicimos novios. El trabajaba en la central de abastos como negociante, así que nos veíamos por las noches. La química entre nosotros era maravillosa y él siempre super atento, respetuoso y RE cariñoso.
Una vez me dijo que si yo lo encontraba en la calle, no lo saludara, que nadie debía saber que yo tenia contacto con él, que no me acercara. Porque me estaba cuidando, porque ese trabajo era muy envidiado y no quería correr ningún riesgo. Yo una niña ingenua de veintidós años, le creí.
Un día fui donde una amiga que vivía cerca de la casa de él, íbamos caminando por la calle y lo vi dentro de un carro con alguien; él ni siquiera me volvió a ver; le dije a mi amiga que ahí estaba, pero que teníamos que seguir caminando porque me había dicho que nunca lo saludara. Ellos estaban sentados en el carro, él en el asiento del chofer, sacó un arma y la puso cerca del parabrisas. Nosotras lo vimos y seguimos caminando… mi amiga me dijo wey, eso es un arma, por favor date cuenta… amiga date cuenta….Pero nunca me di cuenta….
Pasó el tiempo, nos separamos porque me había dicho que su esposa estaba embarazada (no sabía que estaba casado). En teoría no estaba con ella… pero pues, resulto que si. Así que luego de un hermoso año saliendo, terminamos. Luego de unos meses, yo conocí al que sería el papá de mi hijo y el mundo siguió su camino.
Un buen día, Allan llegó con mariachis a mi casa; al son de ¨perdón vida de mi vida¨, lloraba sin parar, diciendo que yo era lo más puro que había tenido. Ver a ese hombre corpulento, grande, con cara de malo en semejante acto de vulnerabilidad, me derritió. Quería perderme con él, hacer que el mundo dejara de girar, pero yo ya estaba con alguien, así que fue el fin de la historia.
Él nunca dejó de llamar; al menos una vez a la semana, sonaba el teléfono y decía: ¿Cómo estas? ¨¿Qué tal te va sin mi?¨. Quedé embarazada con mi actual novio y aunque ya tenía otra vida, empecé a notar que Allan no había vuelto a llamar y al pasar de los días sentí que algo no estaba bien con él; su celular salía no disponible, por lo que llamé a su mamá. Me dijo: mi niña, me mataron a Allan, murió hace un mes.
Colapsé. Fui corriendo donde mi amiga que vivía cerca de él y como todos en la colonia se conocen, fuimos a indagar qué fue lo que pasó. Su familia era una red de secuestradores, la cabecilla de todo era su madre; en ese cuarto oscuro y extraño de su casa, era donde escondía a sus secuestrados. Los juguetes que pidió que guardaran en la primera salida a la que fuimos, eran armas. No había nadie en los ¨tacos de cochinada¨, cuando lo conocí, porque la gente no se podía acercar.
Fueron muchos ¨red flags¨, pero no los vi. Alguna vez me dijo que iba a trabajar de noche… y cuando nos vimos, tenía un montón de cosas, ropa, zapatos… porque asaltaban trailers… robaban las cosas y luego lo vendían. Yo era una niña inocente, no creí que existiera algo así o que estuviera a mi alcance. El día de su muerte, lo venían persiguiendo, hubo una balacera, él iba herido, se metió debajo de un trailer pero ya iba casi desangrado, ahí murió. Escuchar esa historia me conmocionó, ahí se abrió la cloaca completa; eran los peores de la colonia, robaban, mataban, secuestraban y estaban metidos en narcotráfico. Al año de que él muere, la mamá va a su altar a ponerle flores, pasan unos sicarios, le disparan a ella y al papá, acabando con la dinastía.
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