Buena estrella. Fito Páez
¨Ya ha corrido mucha agua debajo de este puente, Me ha sobrado y faltado inspiración, Puede que suene muy desafinado, Es que me desafina el corazón¨
Mi vuelta al sol cuarenta y cuatro finalizó. Ha sido increíble: los primeros seis meses fueron una real mierda y los siguientes seis, de mucho aprendizaje, agradecimiento y amor.
En realidad, estos últimos años han sido así, sobre todo porque hace diez, luego de haberme separado del que fue mi marido, empecé un proceso de sanación que ha sido durísimo, (Lucía no me deja mentir) tuve altos muy altos y bajos muy bajos. Recuerdo empezar terapia psicológica por la ruptura, pero terminó siendo por todo lo que no había tratado de mi infancia. Una infancia ¨bittersweet¨, pero que esta mocosa que ven hoy aquí, logró sacar adelante.
La artillería pesada se vino a partir del 2019, según yo, ya estaba casi lista para que mi psicóloga me diera de alta… ¡ya había pasado por donde asustan! ¡pero nooooo! El universo tenía algo más preparado.
De un día para otro, se terminó una relación de cinco años, que de nuevo, me llevó a enfocarme aún más en esa niña que seguía media jodida de su ¨bittersweet infancia¨. Seis meses después de esa ruptura y de que en el trabajo no me fuera tan bien como decían, se me terminó de caer el mundo en pedazos y entré en una depresión muy fuerte. Nunca en la vida había pasado por eso, no tenía idea de lo que estaba sucediendo conmigo, estaba super asustada, no paraba de llorar, el corazón me iba a explotar, sentía un miedo espantoso que no podía controlar.
Tuve que empezar a tomar medicamentos, cosa que para mi era lo peor que podía pasar; por suerte tuve el apoyo necesario durante ese tiempo y aquí estoy contando la historia. Cuando recuerdo ese año 2019, a mi mente viene diciembre, como si los otros 11 meses no hubieran pasado nunca.
Así llego el 2020…. Con la esperanza de que fuera un mejor año y que ya pudiera superar toda esta mierda comida. ¡ILUSA! ¡se vino la fucking pandemia!
La verdad es que, a pesar de la pandemia, el 2020 fue un poco mejor que el 19. En el trabajo me empezó a ir super bien, tenía un jefe que era TODA (mi jefe mexicano favorito junto con otro que tuve años atrás), me sentí empoderada y por dicha salí victoriosa. Me di cuenta que tenía una red de apoyo cada vez más grande y me sentía muy acompañada a pesar del confinamiento y el distanciamiento social.
En temas médicos iba bastante bien y probablemente gracias a ellos la pandemia no me pegó tanto. Después de haber fingido felicidad x varios meses, la vida parecía encaminada y ya me empezaba a sentir feliz con más frecuencia.
Cumplí mi sueño de vida y en fin de año me fui 10 días para la playa. Alquilé una casa y me largué sola, hubo gente que me acompaño unos días y otros no… y fui muy feliz.
Empecé mi proceso de sanación ya no solo con psicóloga y psiquiatra, sino cuántico. Ya desde hacía muchos años andaba en esa onda, pero hasta ahora decidí tomarlo más en serio y aprender al respecto.
Se vino el 2021 y después de año y medio de medicación, me dieron de alta. Lo celebré en grande, estaba feliz de que había superado mis problemas emocionales. Aunque un par de meses después, exactamente en el fin de semana de mi cumpleaños 44, reaparecieron.
Y aquí vuelvo al primer párrafo de esta historia; los primeros seis meses desastrosos de mi vuelta al sol 44 y cómo gracias a ese desastre, luego tuve otros seis meses de paz, que empezaron en el momento en que decidí empezar una nueva vida, renunciando a mi trabajo, escribiendo, contando mi historia, viajando, dándome tiempo de descansar y pensar qué es lo que realmente quiero para mi vida.
También, he tenido unos angelitos de género masculino, a los que hoy quiero decirles que los quiero con todo el corazón y les estoy profundamente agradecida. Gracias a ellos, sé que existen personas buenas, que te acompañan, no te juzgan y que quieren lo mejor para vos, solo porque sí.
Ha habido de todo, el que se le ocurrió que yo podía andar en bici y me la dio; el que, de un día para otro, no paramos de hablar de todos los temas diariamente y diseñó mi marca; quien me prestó su cámara para tomar fotos y ahora tomamos whisky también; el que se ofreció a hacerme una página y hasta quien ya me dio trabajo tomando fotos. Eso sin dejar de lado a mi tour guide en Barcelona y mis dos amigos que cada vez que nos vemos reímos a carcajadas, decimos vulgaridades (se nos pasa la mano a veces, pero bueno, es parte de), me incentivan a hacer cosas que jamás hubiera hecho y están ahí.
Por esto y por todo lo que he escrito en mis historias anteriores, puedo decir que la vuelta al sol número 44, fue mágica y le estoy muy agradecida. Ahora se viene la 45…
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